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Ella ha sido una constante en el devenir de los tiempos. Ha sido buscada, admirada, copiada, inventada, envidiada, idealizada, criticada, estudiada.
La queremos a nuestro alrededor. Si no la tenemos, la creamos, del modo que sea.
Soy de las que piensa que el Hombre la necesita en mayor o menor medida.
Si me paro a recapacitar sobre la belleza, encuentro que nos rodea por todas partes.
La mayor parte del tiempo nos pasa desapercibida, porque hasta lo más hermoso del mundo, cuando se vuelve habitual o cotidiano, nuestros ojos lo convierten en invisible.
Con seguridad es la NATURALEZA la que se lleva la palma como portadora de belleza. Es la fuente de lo bello. La MADRE, la productora de lo siempre hermoso. Crea belleza pura, íntegra, salvaje, sin depurar, neta, absoluta.
Tormentas, amaneceres, ríos , mares, montañas, plantas, flores, árboles, frutos, animales, estrellas, planetas, niños, lluvia, nieve, glaciares, huracanes, niebla, tempestades, praderas, manantiales, volcanes…
Y ésto es una suerte y un alivio ya que, aunque en nuestra vida existan momentos en los que el encanto, la armonía, el esplendor o el atractivo de lo que nos rodea, brille por su ausencia, con sólo hacernos conscientes de que ella está ahí esperándonos, sabiendo mirar, encontraremos BELLEZA cada vez que lo necesitemos.
Au revoire!
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